Curioso el tema de la muerte. Misterioso, acogedor, tabú... diferentes matices para distintas personas, pero al fin y al cabo, todos coincidiremos en que nos tocará a todos, y que de ella no se escapa. Soledad, desesperanza, agonía... Muchas sensaciones son las que sentimos cuando nos pronuncian esa palabra, o experimentamos su huella marcada en alguien que se llevó... Me encantaria hacerle frente, y pedirle explicaciones de muchas cosas! Preguntarle, por qué se lleva a la gente equivocada, qué dichoso motivo tiene para seleccionar y llevarse personas que aún han de hacer mucho en este mundo... Por qué hace daño, a los que deja aqui. La odio. Me repugna. El dia que venga por mi, ajustaré cuentas con ella. Me quitó aquello que yo más amaba y amdiraba en este mundo, se llevó a la persona que más merecia permanecer en este mundo, se la llevó a ella, y junto a ella, mi aliento. Por su culpa agonizo en las noches, por su culpa no vivo tranquila, por su culpa no me siento realizada con nada de lo que hago, por ella y solo por ella, que estoy muerta en vida. Me encantaría proponerle un trato: se lo doy todo, a cambio de ella. Sería capaz hasta de hacer un trato con el mismisimo diablo por volver a abrazarla y decirle que la quiero, que es mi ejemplo a seguir, la luz que ilumina mi camino, el viento que me acaricia el pelo, el rocío de mis madrugadas... Maldita seas muerte, maldita seas mil veces...
Pero, hay algo que jamás podras arrebatarme, hay algo que ni siquiera tu poder sobrenatural puede alcanzar ni editar: mis sueños. Nunca podrás penetrar en ellos, ni en las conversaciones que tengo con ella en mis sueños. No podrás interceder en los abrazos que nos damos al despedirnos antes de que despierte, ni en los recuerdos que reproduzco una y otra vez en mi inconsciente adormecido; no podrás nunca JAMÁS arrebatarme la sonrisa que me dedica cada vez que nos reencontramos en ese maravilloso mundo, en un lugar tan puro al que no estas invitada, un lugar en el que tu poder es inferior al de mi amor por verla de nuevo.
Pero, hay algo que jamás podras arrebatarme, hay algo que ni siquiera tu poder sobrenatural puede alcanzar ni editar: mis sueños. Nunca podrás penetrar en ellos, ni en las conversaciones que tengo con ella en mis sueños. No podrás interceder en los abrazos que nos damos al despedirnos antes de que despierte, ni en los recuerdos que reproduzco una y otra vez en mi inconsciente adormecido; no podrás nunca JAMÁS arrebatarme la sonrisa que me dedica cada vez que nos reencontramos en ese maravilloso mundo, en un lugar tan puro al que no estas invitada, un lugar en el que tu poder es inferior al de mi amor por verla de nuevo.
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